UVE EAT

El detective Baha se encontraba sentado en su pequeña habitación, iluminada únicamente por el resplandor de su laptop y la luz tenue de una lámpara de escritorio. Era tarde en la noche y la lluvia golpeaba suavemente contra la ventana. Baha estaba inmerso en la investigación de una serie de crímenes inquietantes que habían estado ocurriendo en el barrio Japonés de la ciudad.

Había pasado días recopilando pistas, analizando informes y entrevistando a testigos, pero el rompecabezas aún no estaba completo. Se encontraba en un punto muerto, esperando ese momento de inspiración que le revelara la conexión crucial entre los crímenes aparentemente inconexos

Mientras su mente trabajaba incansablemente, Baha sintió que su estómago empezaba a rugir. La fatiga se apoderaba de él, pero no podía permitirse un descanso prolongado. Optó por llamar a su restaurante de comida japonesa favorito y ordenó la especialidad de la casa, su plato reconfortante en momentos de tensión.

Mientras esperaba la entrega, Baha retomó su análisis en la habitación. La entrega llegó rápidamente, y el aroma tentador del plato frescos llenó el aire. Baha dejó a un lado su labor durante unos minutos y se permitió un momento de alivio. El primer bocado fue celestial.

Saboreando cada bocado, Baha regresó a su trabajo. Mientras masticaba, su mente comenzó a hacer conexiones. Cada sabor parecía desentrañar un hilo invisible que unía los crímenes que había estado investigando.

Los ingredientes individuales en el plato representaban las diferentes pistas, mientras que el caldo espeso era el elemento central que los unía. En su mente, Baha comenzó a ver cómo los asesinatos, en apariencia aislados, estaban conectados por un hilo común. Era como si el barrio japonés fuera el cuenco sin coma y los criminales fueran los ingredientes dispuestos en perfecta armonía.

Justo en ese momento Baha masticó una pequeña astilla de un hueso quebrado.